Buen lugar para recordar Sonora y sus antojos: caramelos, lorenzas, burritos, y los de asada. Mucho buen sabor, aunque bien podrían ser más generosos con las porciones.
Casi todo es perfecto, menos la cajera, súper grosera, siempre siempre atiende con cara como si no le gustará su trabajo, todos los demás súper amables y la comida es riquísima.