Refleja cierto encanto en su particular distribución intimista por habitaciones. La carta deja un regusto a regreso y la amable atención lo convierte en propósito a ser cumplido.
El cartel diciendo que venden mojitos es más grande que el rótulo del bar. Pedimos un mojito a las 17:00 y dicen que "la coctelería está cerrada hasta las 20:00" no muy contento con la experiencia.
Media hora para que te pongan 6 bolitas de croqueta a 5’50€... lamentable Cocina y lamentable gestión. Salvo a los camareros que han sido muy educaditos y les toca dar la cara.
Segunda vez que vengo y sigue lo mismo: personal maleducado, tardan muchísimo para traer los pedidos, difícil quedar en un sitio así. Creo q se valen de la ubicación para mantenerse abiertos.